Un mundo sin verdad

Un mundo sin verdad

He querido comenzar esta sección de valores y principios tratando uno de los problemas más graves que está presente en nuestra sociedad. Dada su magnitud y gravedad, este capítulo será el que encabece este apartado, por lo que también será un poco más extenso.

Vivimos en un mundo que se ha construido sobre unos cimientos fuertes y estables, arraigados desde hace miles de años y los cuales han creado los valores de la sociedad actual y de no cambiar, también de la futura.

Desgraciadamente estas bases distan mucho de los valores y principios que debería tener una sociedad llamada humana, tal vez debería cambiarse la definición de humanidad para hacer justicia a la realidad de la que está compuesta.

El ser humano se ha ido degradando poco a poco hasta casi convertirse en un personaje despreciable, falto de cualquier sentimiento de bondad, respeto por sí mismo y por el de los demás, empatía y solidaridad hacia sus congéneres. 

No tiene respeto por todo aquello cuanto le rodea y le ha sido entregado.

El ser humano es por definición de la realidad, lo antagónico a lo que debería ser.

Si estás leyendo este libro es porque sientes que algo en tu interior está cambiando o es diferente al resto de las personas que normalmente te rodean.

Yo tengo la certeza de que mi obra te ayudará a encontrar algunas respuestas, sé que mis palabras pueden proporcionarte luz al igual que lo hace una antorcha en la oscuridad.

Sin querer parecer prepotente, pedante o altanero, soy consciente que mi obra es muy buena, no solo porque me lo hayan comentado aquellas personas que ya la han leído, sino porque lo que escribo, son hechos reales que han sido contrastados y mis consejos son el fruto y resultado de mi propia experiencia, además, cuando alguien pone toda su pasión, cariño y dedicación en algo, normalmente el resultado suele ser extraordinario.

Cambia tu mente y cambiarás tu mundo ya es un best seller para mí y espero que ahora que tienes este libro en tus manos también te sirva de guía, ayuda y ejemplo para ti.

También tengo fe de que mi trabajo ayude a que haya más seres humanos en el mundo, pues estas personas serán una excepción a la realidad que hoy vivimos y servirán también como fiel definición de lo que significa ser humano y lo que implica humanidad.

Dicho esto, las dos cosas que más odio en el mundo son: el dinero y las mentiras, ambas relacionadas intrínsecamente una con la otra, pues son los pilares que forman los valores de la sociedad en la que vivimos. Todo lo demás es una simple reacción de causa y efecto derivada del uso de estos valores como máxima para enseñar y transmitir cosas equivocadas a las personas.

Por otra parte, las cosas que más pena me dan y las cuales más me entristecen son: la incultura, el analfabetismo, la pobreza mental y la falta de análisis y de reflexión.

Es curioso que el hambre y la pobreza mundial no estén entre mis máximas, el motivo es simple y es que eso solo es el fruto de que la sociedad no cultive lo anterior.

El símil sería algo así parecido a tener una caries dental y estar preocupado por tener analgésicos en casa para calmar el dolor.

Lo importante no es tener analgésicos en casa, lo importante es resolver el problema que lo provoca y empastar la muela o el diente en cuestión.

Tomando el mismo ejemplo, a mí el hambre y la pobreza mundial me causa dolor, pero los esfuerzos deben de estar centrados en resolver el problema y no solo en mitigar los efectos, pues de esta forma siempre estaremos tomando calmantes y los problemas siempre seguirán ahí o incluso empeorarán.

En nuestra sociedad todo gira en torno al dinero, si dibujáramos un gráfico con la escala de valores que las personas tienen como prioridad, el dinero estaría en la cima de todo.

Es fácil de entender que al ser esta la mayor prioridad todo lo demás cae por su propio peso, así pues, cualquier otra cosa realmente importante queda relegada a un segundo o tercer plano y para lograr lo que ellos creen que tiene valor, hacen lo que sea, lo primero mentir y engañar.

Aquí nos encontramos con un problema tremendamente serio y de difícil solución, aunque como en toda ecuación, no imposible de resolver.

En primer lugar, las personas viven corriendo desde que se levantan hasta que se acuestan y eso los deja con poco tiempo para pensar y reflexionar sobre todo cuanto les rodea y les afecta.

Si a eso le sumamos que la mayoría han sido educados bajo la premisa del mínimo esfuerzo, no es difícil comprender que les cueste tanto dedicar unos minutos de sus vidas a esta tarea tan vital y de necesaria importancia y que sin duda, afectará a su crecimiento personal y colectivo.

Dicha carencia hace que estas personas queden expuestas y sean una presa fácil de aquellos individuos sin escrúpulos que realizan esto en pro de su propio beneficio, aprovechándose así de ellos y de sus vulnerabilidades.

Segundo, a raíz de no pensar y reflexionar sobre lo que hacen, se convierten en simples imitadores. Las personas hacen aquello que ven que hacen los demás, siguen lo que hacen otros sin obviamente detenerse un segundo a analizar si ese comportamiento es el adecuado y correcto tanto para sus vidas, como para las vidas de otros, como para las vidas de las generaciones venideras.

Al imitar se pierde la originalidad, pero la originalidad que se pierde no es otra sino la de ellos mismos y esto es muy grave.

Creo que la mejor forma de que la sociedad se convierta en una sociedad de autómatas, es decir, de robots, es seguir por el camino que lleva.

Tercero, como la sociedad cree que el dinero es lo más importante del mundo, su afán es intentar imitar a aquellos que han conseguido “éxito” en dicha labor, convirtiéndose así esto, en su principal y casi único objetivo.

Todo ello unido a no pensar ni reflexionar, los convierte en víctimas de ellos mismos por no comprender que están imitando a alguien que posiblemente (seguro que hay muchas excepciones) haya usado medios que destruyen los principales valores y principios éticos y morales que los humanos deberían de tener.

Por tanto, la sociedad se ve reflejada en el espejo del éxito económico y eso la lleva a ser imitadora de gente carente de valores y principios, lo que se traduce en que ellos al final, también son personas que han perdido su valor y esencia por el camino.

La sociedad debería de comprender que el primer punto en el que debe de poner máxima atención y hacia lo que hay que luchar con más fuerza y ahínco, es precisamente contra las mentiras que han sido instauradas en el mundo que les rodea, sin olvidar que sobre todo, deben empezar por las mentiras que se dicen a ellos mismos y por supuesto, las que afectan también a los demás. Lo que uno hace y dice, es lo que lo representa.

Hoy en día las personas ya no se sorprenden al oír una mentira y lo cierto es, que no me extraña, pues diría que es totalmente normal, ya que todo cuanto nos rodea es en sí una gran mentira.

El mayor problema radica en que las personas mienten constantemente, a todas horas, lo hacen con todo el mundo, incluso, lo hacen consigo mismo.

¿Entonces, cómo distinguir la verdad entre tanta mentira?

¿Cómo vamos a confiar y que confíen en nosotros?

La única solución a este problema es atajar esto desde raíz, empezar en nosotros mismos, dejar de mentirnos y dejar de mentir a los demás, solo así se puede conseguir un clima de autenticidad donde los mentirosos queden expuestos ante sus propias mentiras.

La escala de valores que hablaba al principio debe de comenzar desde su cima con la verdad, de esta forma todo cuanto se construya de ahí para abajo seguro que será bueno y será duradero, pues como dice el refrán: “se coge antes a un mentiroso que a un cojo”

Entiendo que muchas personas por no decir la gran mayoría o el 99%, se sienten vulnerables y desnudos al decir la verdad, pues muchas de esas verdades serán utilizadas para criticarlos, juzgarlos y serán usadas en su contra después.

Pero la verdad consigue una cosa que ninguna mentira puede hacer, lo que consigue es confianza.

Puede que haya mentiras que creen falsa confianza, pero como ya comenté anteriormente, esa confianza es efímera y pronto se esfuma, sin embargo, las verdades perduran en el tiempo y su confianza también.

Por otro lado, muchas personas mienten porque tienen miedo “al qué dirán”, ¿qué pensará la gente sobre mi si digo esta verdad? ¿me tratarán de distinta forma? ¿seré diferente para ellos? ¿cambiará algo?

La respuesta es sí, cambiará algo, pero algo que tal vez no esperaban, pues puede que algunas personas efectivamente se aparten de ti, algunas te critiquen sin conocerte realmente o intenten usar esa información en contra tuya, pero… ¿sabes qué?

Esas personas nunca han sido buenas para ti y que se alejen de tu vida es seguramente lo mejor que jamás te podrá suceder. Por contra, ganarás amistades verdaderas, las personas que te rodeen serán personas en las que podrás confiar y todos podrán ver tu humildad, tu sinceridad y tu talante como ser humano.

No te preocupes si te quedas con 5 personas solo de confianza, el tiempo te traerá más y seguramente esas nuevas amistades también sean de calidad y para siempre.

Ya lo he dicho en más ocasiones, pero lo repetiré porque esto es clave para encontrarse con el yo interior. Lo que opinen o la percepción que tengan los demás sobre ti, puede ser o no, fiel a la realidad de tu persona, por eso debes conocerte muy bien para saber exactamente quién eres y no dejarte influir por lo que opine el resto del mundo sobre ti. Lo único que te tiene que importar es lo que piensas tú sobre ti mismo/a.

Primero debes sincerarte contigo y después, hacer lo propio con los demás, te prometo que lo que encontrarás será bueno para tu vida, no exento de cierto dolor, pues la traición nunca es fácil de digerir, pero ese es un precio pequeño por poder crecer como persona y ser humano y alcanzar así, el éxito personal y espiritual. Para cerrar este capítulo solo voy a decir un par de cosas más, redescúbrete, conócete mejor, indaga en ti, extrae a la vida lo que tanto tiempo llevas guardado, busca dentro de ti lo que parece escondido, habla con tu yo interior y pregúntale lo que no has hecho hasta ahora y al final, prepárate para recibir lo inesperado, pues vas a encontrar tu verdadero ser, vas a encontrar la persona que de verdad eres, vas a encontrar tu auténtica y genuina personalidad, te vas a encontrar a ti.

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