El valor de tus palabras

El valor de tus palabras

¿Qué son las palabras si no están respaldadas por hechos?, creo que la respuesta es fácil, nada, absolutamente nada. Son incluso menos que humo en el aire, menos que una estrella fugaz que desaparece en un instante en el firmamento, porque las palabras sin hechos están exentas de valor y por lo tanto, de sentido.

¿De qué sirve que te digan que te quieren, si nunca te lo demuestran, cierto?

Pues esto mismo se puede aplicar a todo en la vida, no solo al amor.

Para mí, mi mayor tesoro son mis palabras, pues ellas y yo formamos un único ser, una única persona.

No hay suficiente dinero en el mundo que pueda cambiar el valor de mis palabras, porque para mí esto es tan importante como el propio respirar.

Mis palabras son prueba más que suficiente para poder confiar en mí, pues siempre, siempre, cumplo con lo que digo, sin excepción.

Lógicamente a veces nos encontramos con muchas situaciones y circunstancias que son ajenas a nuestra voluntad y control y que pueden hacer que los plazos de aquello que decimos varíen, pues eso no depende de nosotros mismos, pero si algo tienen las palabras, es que son atemporales y por lo tanto, perduran en el tiempo conservando su valor.

Las palabras deberían ser algo más que un simple medio para comunicarnos los unos con los otros y en concreto tus palabras, deberían ser algo más que sonidos que salen de tu boca o algo que escribes en un papel.

Para palabras vacías tenemos un claro ejemplo, las que usan los políticos (no voy a generalizar, porque siempre hay alguien que es la excepción a la regla), pero tú deberías ser diferente a ellos, tus palabras deberían tener VALOR y no precio, porque cuando pones precio a algo, le restas valor inmediatamente a aquello que se lo has puesto.

Por fortuna aún se conservan grandes legados que han permanecido inalterables con el paso del tiempo, palabras creadas por personas que eran grandes seres humanos y conocían la diferencia entre hablar por hablar y usar palabras otorgándoles valor.

Hoy todo el mundo sabe cómo utilizar palabras para relacionarse con los demás, pero pocas personas son consecuentes con sus palabras.

Tú y solo tú, tienes el poder de decidir qué hacer con tus palabras, puedes usarlas de forma banal o puedes darles el valor que se merecen, las palabras son tuyas, la decisión de cómo usarlas, también.

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