Malala Yousafzai

Vivir con miedo nunca debe de ser una opción

Este capítulo va dedicado para aquellas personas que viven constantemente su vida con miedo. Si eres una de ellas yo te digo: ¡NO LO TENGAS!, enfréntate a tus miedos y serás libre para siempre.

He visto en innumerables ocasiones a mucha gente conocida, amigos, familiares y otros tantos que posiblemente nunca llegaré a conocer, que viven rodeados de miedos y temores.

Personas que sufren en silencio el dolor de sentirse atados y amordazados ante eso que temen.

Yo creo que no hay nada peor en la vida de cualquier ser humano, que vivir con miedo y sentirse aterrorizado, paralizado e impotente.

No importa cuál sea tu miedo, vivir con temor de algo no debe de ser nunca una opción, eso es una losa muy pesada que nadie debería llevar a su espalda.

Hay que saber diferenciar entre los miedos reales, digamos aquellos que pueden causarte algún daño físico y aquellos que solo viven en nuestra mente, es decir, los imaginarios.

Intentaré explicarme mejor, supongamos que me acerco demasiado a un león en plena sabana africana, es muy probable que esté corriendo un riesgo físico, ya que como animal salvaje que es, posiblemente me pueda atacar al sentir que está en peligro o que estoy invadiendo su terreno.

Si me acerco al vórtice del cráter de un volcán activo, también es muy posible que me acabe quemando, pero esos, son miedos con fundamento y están más que justificados, sin embargo, ¿qué sucede con aquellos que solo viven en nuestra mente, en nuestros pensamientos?

Para mí esos son de los peores, ya que pueden ser o no reales y a diferencia de los otros, estos te acaban haciendo más daño que los primeros, ya que son los principales robadores de sueños.

Todo el mundo tiene miedo de alguna cosa, existen tantos miedos como personas sobre la faz de la Tierra, pero sea cual sea tu miedo, ya sea físico o mental, debes de enfrentarte a él para superarlo.

Uno de los países donde observé que las personas vivían rodeadas siempre de miedo, fue en Brasil.

Obviamente no he estado en países en guerra, ya que allí seguramente lo viviría más de cerca e intensamente. Pero quitando lo que ya doy por sentado que todos conocen o que se pueden imaginar de lo que es vivir bajo una situación de guerras y conflictos bélicos, Brasil, fue el siguiente en mi escala, al menos, de los que conozco hasta ahora.

He estado 3 veces en Brasil, (en Sao Paulo, en Río de Janeiro y en Salvador de Bahía) y en todos estos sitios me encontré con la misma situación, aunque he de decir que en donde más se puede apreciar es en Rio, de todas formas todos ellos tienen un mismo denominador común y es que la gente vive allí con miedo.

Tengo mucho que agradecer a algunas personas brasileiras y creo que Brasil es un lugar precioso, que posee muchas cosas buenas, un país con muchos recursos mal gestionados, un país con una gran diferencia de clases sociales y riqueza y por desgracia, también mucha incultura.

Pero sin entrar en detalles que no vienen al caso de lo que estoy escribiendo en estos momentos, el pueblo brasileño de forma cotidiana vive aterrorizado.

Hace unos años tuve una larga relación con una mujer increíble a la que quiero con todo mi corazón, ella vive en España desde hace muchos años, pero ella es nativa de Brasil.

Ella no quiere saber nada de vivir de nuevo en su país, porque tiene miedo real a la situación que allí hay instaurada.

En su vida la han asaltado 10 veces, todas ellas en Brasil a punta de pistola. Yo mismo lo pude comprobar en persona la primera vez que estuve en Brasil y fui a Río de Janeiro, donde un delincuente entró en nuestro coche con un arma y estuvimos dando vueltas durante 15 minutos por la ciudad, junto con otra pareja que nos acompañaba.

Las personas viven siempre atemorizadas, si alguien llega normalmente a casa a las 22:00h y un día llega a las 22:30h, ya se están preguntando si a esa persona le ha pasado algo por el camino.

Nadie se para en los semáforos en rojo por la noche, miran si viene algún coche y simplemente, cruzan.

Muchas personas cuando van caminando por la calle echan un vistazo hacia atrás para ver si alguien los persigue.  Pocos son los que salen solos por la noche y a diferencia de en otros países donde es posible que conozcas a alguien que ha sido robado o atracado, en Brasil, lo difícil es conocer a alguien que no haya sufrido algún tipo de percance de esta índole.

Esto no debería de ser así y los únicos que deberían de tener algún tipo de miedo son aquellos que hacen el mal y nunca los pobres inocentes que no tiene culpa ninguna.

El otro lado opuesto de la moneda me lo encontré cuando estuve viviendo en Dubái, donde los ciudadanos que más miedo tienen son precisamente aquellos que deben de tenerlo.

Es muy probable que este capítulo resulte un tanto incómodo para muchos brasileños, ya que en él estoy haciendo referencia a su país, pero no es mi intención menospreciarlo, pues por mi forma de pensar me gustan todas las culturas. Lo único que estoy diciendo es la pura y cruda realidad. Si alguien no es capaz de ver esto, es porque o vive en una burbuja o vive en un condominio y no sale nunca a la calle.

Además, por otro lado como ya he remarcado anteriormente, creo que Brasil tiene muchas cosas buenas que merecen la pena ver y descubrir.

Pero este capítulo no trata sobre la inseguridad ciudadana, sino sobre los miedos, y por eso lo he tomado como ejemplo para mostrar lo que he visto y vivido allí.

Si has leído detenidamente este capítulo hasta aquí, te habrás percatado que he comentado que he estado 3 veces en Brasil y que la primera vez fue cuando nos atracaron y secuestraron durante 15 minutos.

Pues bien, eso no me detuvo para irme otros 7 meses más a vivir a Sao Paulo y de no haberlo hecho, me hubiese perdido conocer a personas increíbles, vivir experiencias inolvidables, ver obras de teatro tan buenas como «A madrinha embriagada», «Crazy for you» y «O homem de la Mancha», entre otras cosas.

De la misma forma hace bastantes años, seguramente por juventud, inconsciencia y un largo etcétera más, haciendo el tonto en el gimnasio, me provoqué una hernia discal la cual me hizo sufrir durante 1 año y medio de tal forma, que si de aquella época para quitarme el dolor me decían, tenemos que cortarte la pierna, les diría… ¡empieza ya!

Entre toda la cortisona que me inyectaban cada día y el hecho de no hacer nada de ejercicio, engordé 25kgs durante ese tiempo. Después, cuando por fin me pasó el dolor, estuve años sin volver a hacer más ejercicio, porque prefería estar gordo a pasar por lo mismo de nuevo.

Tardé mucho tiempo en darme cuenta de que mi pasado, no podía condicionar mi futuro y por eso un día, decidí retomar las riendas de mi vida y ser yo quien la dirigiese y no mis temores.

A pesar de haber pasado muchos años desde que sucedió eso, aún hoy en día no he olvidado todo el sufrimiento que pasé durante esos 18 meses, pero eso solo lo utilizo para recordar lo que no debo de volver a hacer si quiero no lesionarme de nuevo.

Ahora, en mi presente, yo todos los días hago ejercicio y como es normal, los dolores y agujetas son vecinos habituales que vienen a visitarme como fantasmas del pasado.

Mentiría si dijese que a veces esos fantasmas no me asustan un poco, pero yo los hago callar entrenando cada día más duro.

No puedes permitir que lo que sucedió hace tiempo, limite tus posibilidades de superarte y de tener un mejor futuro.

Como he dicho anteriormente, hay muchos tipos de miedos y cada uno se presenta de las formas más variopintas.

Hace un tiempo alguien me hizo una pregunta, la cual respondí de forma global para todos aquellos contactos y amigos que compartían mi red profesional de LinkedIn y de Facebook.

La pregunta fue la siguiente:

¿Cómo se te ocurre hacer público el proyecto en el que lo has invertido todo, no tienes miedo a que alguien con dinero y con los contactos adecuados te copie la idea?

Y mi respuesta fue:

Si algo me da miedo se convierte en mi porqué para quitarlo de en medio y hacerlo rápidamente desaparecer, por eso, si el miedo se atreve a hacer uso de presencia en mi vida, simplemente se convierte en mi prioridad para que nunca más me vuelva a molestar.

Para concluir y respondiendo a la pregunta, cualquier idiota puede copiar una idea, pero lo que no se puede copiar, es el talento, pues el talento es una cualidad que no se puede comprar, no se puede vender, ni regalar, es algo innato en el individuo y por lo tanto, intransferible.

Un idiota podrá copiar una idea, pero el que tiene talento, puede tener o crear cientos de ideas sin tener que esperar a que otros las tengan para poder copiárselas.

La reflexión que quiero transmitirte con este capítulo es que nunca permitas que los fantasmas y miedos cohíban o limiten tu vida y tu futuro. Enfrentarte a tus miedos tiene la misma connotación que querer cambiar tus hábitos, solo te costará enfrentarte a ellos y cambiarlos al principio, después, se vuelven tus aliados y mejores amigos, porque serán ellos y tu actitud los que te harán crecer como persona y ser humano.

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