El destino
Más de mil años llevo buscándote, más de mil años te llevo en mi mente, más de mil años he creído que eras solo un sueño, más de mil años he esperado para conocerte.
Un día caminando por el Paraíso, buscando el cielo en la Tierra, vi un ángel que Dios puso en mi camino, yo me acerqué a preguntar y en ese justo momento, supe que eras tú, que no eras un sueño fruto de mi imaginación, sino todo lo contrario, supe que eras un amor muy real.
Creí enloquecer al verte, de repente estabas frente a mí, eras como un oasis en medio del desierto, no sabía si eras un espejismo, quería tocarte para comprobar que lo que veían mis ojos era verdad, eras el agua que calma al sediento, eras la dulzura que contienen los dátiles maduros, eras la sonrisa inocente de un niño, eras la parada obligatoria que iluminaría el resto de mi vida, eras tú, mi ángel divino.
Tantas veces he gritado al cielo preguntando por ti, que llegué a pensar que nadie me escuchaba.
He sufrido tanto durante tu búsqueda que hubo momentos en los que el dolor y el cansancio se apoderaron de mí y quise dejarlo todo, y al igual que una hoja caída sobre el lecho de un río, dejarme llevar por la corriente hasta llegar al mar.
Por suerte mi alma es fuerte y mi fe también, tenía claro que es lo que quería, lo que buscaba, lo que merecía y eso me daba la fuerza y convicción suficiente para seguir luchando por mi sueño de un amor puro, un amor real, un amor incondicional y por fin te encontré, mi vida, mi amada.
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